Tu perro ladra. A tu pero no le gusta que le toquen. Tu perro tiene miedo a ciertos estímulos, y responde mordiendo. Tu perro tira de la correa. Tu perro es sensible… pero alguien te dice que necesita mano dura y adiestramiento. Lo llevas a un centro de adiestramiento canino, o un vecino conoce a una persona que se dedica a ello. Y llamas porque estas desesperado, no entiendes a tu perro y necesitas ayuda. Ellos te recomiendan que empieces a ignorarle, que no se suba al sofá ni a la cama. Que le molestes mientras come porque tú eres el líder. Te hablan de manada, de toques en las costillas y collares de ahorque. Te lo endulzan diciendo que al perro no se le pega… sin embargo hay algo en ti que resuena, que te dice que no estás haciendo lo correcto con tu perro. Que eso de tumbarlo en el suelo, de ignorarle cuando pide ayuda a gritos, de meterlo en situaciones que no sabe gestionar… no va contigo.
Entonces buscas algo más allá.
Y encuentras la educación canina respetuosa.
Un tipo de educación donde se estudia al animal como individuo, con sus gustos, preferencias y miedos. Porque antes va el individuo que la raza. Todos somos personas pero no a todos nos gusta lo mismo, ¿por qué se simplifica tanto al resto de animales?.
Con la educación canina respetuosa conoces que el perro es un animal de emociones complejas, que siente miedo, sorpresa, alegría, inseguridad… un animal empático y capaz de asumir riesgos por el bienestar de su grupo social o familia. No en vano llevan miles de años evolucionando junto al hombre.
Dejamos de ver al perro como un enemigo que quiere tomar control de nuestro hogar, para verlo desde el punto de vista más científico y respetando sus necesidades como especie. Entendiendo que todas estas teorías de dominancia y liderazgo de los años 60 y que, al igual que la lobotomía en personas, están obsoletas y rozan la locura y maltrato animal.
Para ayudar a un perro con miedo, no se le debe infundir más miedo todavía, de manera que se paralice y nunca más vuelva a mostrar sus emociones, hasta que un día explota. A un perro con miedo, con inseguridad, con altos niveles de estrés y frustración se le entiende, respeta, empatiza y acompaña en el proceso de reconstrucción emocional. En un ejemplo en humanos seguro que te parece lo más normal: No vas a un psicólogo para que te dé un golpecito en las manos cada vez que te muerdas las uñas y listo. Vas para que te ayude a comprender qué es lo que hace que te muerdas las uñas, dotarte de herramientas de gestión emocional para que, cuando aparezca eso que desata esta conducta, puedas respirar y sobrellevarlo. Para que tu familia lo comprenda y te ayude y, poco a poco, te vaya costando menos vivir.
En Mumbie, Escuela de Superperros, trabajamos de manera amable, empática, científica y respetuosa. Porque la educación canina así ha de ser, o no será.